Continuando
con lo de ayer, transcribimos hoy otro
comentario que nos publicaron el 12 de agosto de 1997 en la pág. 7 del Diario “YA” (conforme se ve
en la imagen adjunta): a modo de precedente para el relato
crítico que haremos
próximamente del disparate económico que supuso subir los tipos de
interés por decisión del Sr. Trichet y su equipo del BCE (Banco
Central Europeo).
Lo que a
continuación se transcribe, fue escrito algo más de un año
después de haber sido relevado el Partido Socialista (PSOE) por el Partido Popular en el Gobierno de la Nación en 1996.
A este relevo se
llegó con un tipo de interés legal del dinero del 9% (véase cuadro
adjunto); un interés del 11,875% para
retribuir la compra de Deuda
Pública (que había llegado a ser en junio de 1987 del 19,125%
en los préstamos a un día del Banco de España); y uno del 11,356%
el que cobraba la Banca en sus préstamos hipotecarios.
Por entonces, nosotros habíamos
comentado a economistas
tan conocidos como, por ejemplo, Juan Velarde
Fuerte, colaborador habitual del “ABC”, que los TIPOS DE INTERÉS deberían REDUCIRSE ‘de
golpe’ en TRES PUNTOS si
queríamos REACTIVAR la economía…
Así se lo expuse, también, al recién nombrado Vicepresidente Económico; aun a
pesar que el propio exministro de la UCD (Unión de Centro Democrático) Luis Gámir Casares, catedrático de Economía que se
acababa de incorporar al PP, opinaba lo contrario.
Lo cierto fue
que, afortunadamente, se impuso nuestro criterio aun en contra --todo hay que decirlo-- de casi
todos los del momento… Y, conforme se puede comprobar en el ya citado cuadro adjunto, el nuevo Gobierno BAJÓ realmente LOS TIPOS en 1,5 puntos el primer año; y ya en 1998 los
había REBAJADO hasta 3,5 puntos desde 1996.
Los espectacularmente favorables resultados de
esta política, unida a la de
también reducir --igualmente explicado
por nosotros, doblando el pulso a la ‘ortodoxia de libro’ de D. Cristóbal
Montoro -- los Impuestos, demostraron con creces la veracidad de nuestras tesis, que
fueron copiadas y asumidas
por otros muchos países.
Y ¡por
desgracia para el mundo! se han vuelto a confirmar
cuando el ‘lobby’ masónico
liderado por Greenspan y Trichet ha logrado reiterar el “disparate-Solchaga” de elevar los
tipos bajo el FALSO PRETEXTO de ‘frenar la inflación’…, pero en el
más cierto intento DE CONFINAR la Banca a
un mero y cómodo ‘NEGOCIO USURERO’…
Seguiremos con
este abrumador asunto…
Error
en Rojo
« Error es cualquier divergencia
que se produzca entre nuestro
pensamiento y la realidad a que se refiere. Esto quiere decir que, para NO cometer errores, tendremos que apreciar esa realidad en todas sus vertientes y, encontrando las interacciones que entre ellas existan, llegar a un
pensamiento coherente
con todos los datos. Por eso es tan fácil
equivocarse: basta con haber hecho observaciones parciales, en vez
de globalizadas, para poder desbarrar.
Y como los mortales, por nuestra limitación, no
conocemos más que una pequeña parte de lo que nos rodea, por eso ninguno
estamos exentos de caer en el error, grande o pequeño, fugaz o pertinaz. Es lo
que le ha pasado al Gobernador del Banco de España, Luis Ángel Rojo.
Su primer error provino de su amigo Carlos Solchaga, por entonces titular de Economía. Solchaga, como todo socialista, estaba empeñado en que sólo el Estado manejase el dinero y los
factores productivos del país,
y para ello urdió SUBIR LOS TIPOS DE INTERÉS para
que la gente le entregase todos sus ahorros por la golosina
de una rentabilidad alta.
Se camufló
la maniobra
bajo el PRETEXTO DE combatir LA INFLACIÓN,
y tampoco se
dijo que era porque los alemanes
necesitaban recaudar fondos para llevar a cabo su reunificación
y por eso también subían sus tipos. Sin
embargo, ni era justo que
los demás les costeásemos a
los germanos sus gastos o caprichos, ni la excusa de contener
la inflación servía,
puesto que está probado que unos tipos de
interés altos contribuyen precisamente a la inflación, en vez de rebajarla. Buena prueba de ello es que, EN CUANTO se ha ido Solchaga y HAN
BAJADO LOS TIPOS, LA INFLACIÓN TAMBIÉN ha caído en picado.
Además, el error de SUBIR LOS TIPOS LLEVABA AL COLAPSO
de la economía. El proceso era que si comprando
Deuda del Estado obteníamos más renta que si manteníamos abierta una empresa o un comercio,
los pequeños y grandes empresarios y
comerciantes cerraban sus negocios para vivir de las rentas desde
el sillón de su casa. Con esto, se disparaba el paro, bajaba el número de compradores potenciales, descendían las expectativas de cualquier
venta y, por consiguientes, más empresas y comercios cerraban, y más se volvía a repetir el
ciclo recesivo HASTA
llegar a LA
QUIEBRA del Estado.
Tal proceso era, además, acelerado por la penuria que causaba a las familias el que las hipotecas y demás
créditos les saliesen carísimos, poniéndolas en situación tan difícil que los
trabajadores no tenían
más remedio que pedir
aumentos salariales, y las empresas repercutir en los precios esos aumentos tanto como las elevadas
amortizaciones de los créditos que
tuviesen concertados. El resultado era, por consiguiente, un aumento del paro junto con un paralelo aumento --en vez de reducción-- de la inflación.
Ahora, este diagnóstico que
hicimos en 1988 --y
que trasladamos a Nicolás
Redondo (que convocó huelga)--
se ha visto plenamente refrendado. Ha bastado
que Rojo haya tenido que bajar los tipos
por la presión popular, para que la economía
nacional haya empezado a normalizarse.
El reciente informe del Banco de España también apunta a lo mismo,
cuando dice que "ese descenso (de los tipos) ha
contribuido al aumento de la riqueza financiera de las familias y a la
mejora de la posición financiera de las empresas", y que ello ha
sido la causa de la recuperación de la inversión y de la demanda interna.
La explicación es que la bajada de los intereses de
los préstamos, además de liberar dinero, invitaba
a abrir
--en vez de cerrar-- empresas y aumentar
así el empleo, de forma que la gente
ha ido teniendo más desahogo para comprar, y se ha establecido competencia "a
la baja" de los precios por la entrada en el
mercado de las nuevas
empresas,
En consecuencia, la inflación ha bajado conforme teníamos predicho. E incluso los propios Bancos, que podría parecer
que saldrían perjudicados por la bajada de los tipos, han salido ganando por el principio
de que ‘más valen muchos pocos que pocos muchos’: Caja Madrid ha mejorado su resultado
un 10,5 por ciento
en el primer semestre respecto del año pasado; un 11,4 el Banco de Comercio, un 18,2 Banesto, un 19,5 Caja Rural, un 25,9 el Bilbao-Vizcaya,
un 30,2 el
Santander, un 63,4
el Atlántico...
Pero el error de Rojo persiste. No sólo en
lo de los tipos --que los
mantiene, arguyendo lo de contener la inflación--, sino en su insistencia de que ‘los salarios
no deben subir’. Lo cual, además
de erróneo, es insultante cuando viene de un señor que no pasa apuros. Ya
quisiéramos ver al señor Rojo teniendo que ponerse de asistenta por las tardes
para llegar a fin de mes --como han de hacer algunos auxiliares de la
Administración Pública, por ejemplo-- y ver si después
seguía diciendo lo mismo.
El proponer que
los sueldos no suban, o que lo hagan en cantidades miserables,
vuelve a ser un error tan grosero
como el de los tipos de interés. Porque si no subimos los salarios, la gente
no tendrá dinero para comprar cosas, y el consumo (la demanda interna) languidece. Las expectativas de negocio bajan, y se frena la apertura de empresas y la competencia que ellas provocarían "a la baja" en los precios.
La creación de empleo se paraliza,
la inflación persiste,
y la reactivación económica se esfuma.
Es algo que ya también tenemos dicho en este periódico
el 12/12/1993, y nos alegra que CC OO y UGT
hayan sabido reaccionar esta vez y exponer que, si los sueldos se
congelan, es imposible que haya reactivación económica y posterior descenso del paro.
No se trata, desde luego, que la gente reivindique
salarios ilusorios. Las remuneraciones
deben ir acordes con
la productividad, con las esperanzas de ventas
en las empresas, y con su holgura financiera. Pero, cumplido esto, y aun contando con que los
datos de una entidad no son trasponibles a otra (incluso del mismo sector), es estéril el prurito de frenar los sueldos "porque sí", como si quien plantease esto fuese
simplemente por perpetuar las distancias salariales que mediasen entre él y los
demás, o poco menos. Es
infumable pedir a otros que sigan pasando apuros cuando uno no es capaz de ceder parte de su
abultada nómina a alguna institución benéfica.
Y es que el error vuelve a consistir en atender sólo a aspectos monetarios, olvidando otros
factores que intervienen en la mercadotecnia: familiares,
sociales, psicológicos, tecnológicos, ecológicos, competenciales, coyunturales, etc. »
Prof. Dr.
Fernando Enebral Casares